Get me outta here!

lunes, 18 de noviembre de 2013

Todo sería más fácil comiendo menos…

Estoy en la puerta del super, no quiero entrar, pero al parecer mi cuerpo se empeña en seguir comiendo todos los días así que finalmente no me queda más remedio. Entro y…que alegría, todos han tenido la misma idea de venir a la misma hora, no quepo en mí de gozo.

Lo primero es dejar el carro, (no os fieis de dejarlo sin atar que la gente se lo lleva, sí amigos, no os podéis fiar de nadie), son 50 céntimos, mierda no tengo, suelto solo tengo 1€, me acerco a la cajera y le pido cambio, vale, carro atado, ahora a coger otro para ir metiendo la compra. ¿Cómo? Ahora en este tengo que poner 1€, otra vez a la cajera, ella me mira como diciendo “todo esto ya deberías saberlo”, y yo pienso “luego no elijo tu caja”.
Ahora soy la poseedora de un carro, o lo que es lo mismo, un arma. Difícil es conseguir uno sin que tenga un puñetero tique, trozo de lechuga, plástico o derivados.

Yo sigo pensando que hay mucho imbécil que conduce un coche, pues un carro de supermercado no os quiero ni contar, que no te piden ni carnet.

Una vez armada procedo a inspeccionar el campo de batalla e intentar salir indemne de él. Mi plan es dividirme por secciones en lugar de dar vueltas sin sentido como creo que hace la mayoría, así terminaré antes. Que ilusa sigo siendo.

Tengo una lista, anillo también, pero en el super lo importante es tener “la lista”. 
Procedo a ir metiendo todo los artículos apuntados, de pronto llego a un pasillo donde dos cestas me impiden el paso, sus dueñas hablan entre ellas ajenas…los cojones, saben perfectamente que por ahí no pasa ni una pelusa, pero te ignoran, porque al parecer ellas lo valen y tú no.
Me sale la vena simpática, así que metiendo el pie entre las cestas digo “me dejan pasar verdad?”. Ante sendas miradas de odio prosigo mi camino.

Próxima parada los congelados, saco la manta que traía camuflada y me arropo. Y con el cinturón me ato al carro, pues de lo contrario uno de estos días me caigo dentro de una nevera. En verano voy con una cuchara y rebeca por si me caigo en la de los helados que no me pille desprevenida.

Voy a coger el atún cuando una anciana que parece desvalida pasa por mi lado sin miramiento alguno y me da en el tobillo con el carro, ante mi pequeño quejido me mira y suelta “hija hay que ponerse en un lado”, aunque mi primera reacción es soltarle una enorme palabra malsonante me muerdo la lengua, a ella le queda menos de vida así que solo sonrío.

Es entonces cuando llego a los zumos, los han cambiado y ahora el que yo tengo que coger está en el estante más alto y al fondo, ya que se han ido llevando los primeros. Y es aquí donde tendría que proceder a sacar las cuerdas, el mosquetón, el casco, los guantes…e irme de escalada. Porque claro esas personas que pasan a tu alrededor y ven que no llegas lo único que hacen es pasar más despacio esperando ver si te metes un guantazo contra el suelo o si se te cae encima el tetrabrik.
Pero como esto no es la primera vez que me pasa saco del carro lo que previamente he cogido en otro pasillo, lo que yo llamo la “barra-salchichón” y que utilizo como palo para acercarme los alimentos de estantes superiores. La gente me mira raro, pero prefiero eso a que me de el maldito tetrabrik en la cabeza.

Hora de ir a la caja, cuando enfilo hacia ella pasan junto a mi gente que minutos antes parecían estar hibernando, pero ahora milagrosamente han vuelto a cobrar vida. Tras descartar la caja de mi “amiga” observo las demás, y es aquí queridos lectores donde me voy a permitir daros un consejo. 
La caja ideal es aquella compuesta por solteros treintañeros, estos suelen ir con cestas, son ordenados, sacan los productos con precisión, tienen la cartera localizada y guardan los productos con celeridad.

Hay que evitar a toda costa la compuesta por ancianos, te hablan o ponen caras para producirte lástima y que los dejes pasar antes porque tienen prisa o no pueden estar mucho tiempo de pie, pero una vez conseguido su objetivo la vida parece regalarles el tiempo que antes no tenían y se ponen a hablar con la cajera, a buscar el dinero que ahora parece más perdido que Lobato en una convención de peluquería, y su tiempo no, pero el tuyo ves como se escapa mientras meten los productos en la bolsa.

También hay que evitar a las familias con niños pequeños, mientras su maravilloso papá o mamá se dedica a relacionarse con el móvil e ir poniendo los productos en  la caja a velocidad caracol, el angelito o en el peor de los casos angelitos, se dedicará a revolotear precisamente lo más cerca de ti, mientras produce unos alaridos que su padre/madre ya tiene totalmente obviado.

Pero sinceramente al final entrará en juego Murphy, y comprobaré como la caja que elegí porque en un principio era la más rápida ahora pasa a ser la más lenta.

Cuando finalmente consigo poner todos los artículos en la caja, a la cajera le da por pasar todos mis productos a velocidad Vettel, yo mientras me pregunto “¿lo meto en el carro para luego hacer el traspaso a mi otro carro, o voy por mi carro y meto los productos directamente en él?”, pero da igual, porque mientras pensaba esto la cajera ya ha pasado todos los artículos y me dice son X€.

Sí, compruebo que cuando ella quiere sabe pasar los artículos rápido, pero esa es la cuestión, cuando quiere…
Pues ahora soy yo la que decide “querer” hacer esperar a la gente, así que voy por mi carrito, y voy metiendo los artículos en él, aquí es cuando me alegro de mis horas invertidas en el Tetris, y cuando apenas me faltan 2 artículos procedo a pagar. Mientras la amable cajera me da el cambio saco una bolsa del carro y meto lo que queda, sí amigos, también me traigo las bolsas de casa. Y con mi carro lleno, y mi bolsa, salgo por fin del supermercado. Pero la vida hace que dentro de poco vuelva. Pero eso no lo pienso al salir o me pondría a llorar…


PD: Si el infierno se parece en algo al supermercado sí que tengo miedo.

2 comentarios:

  1. Me has despertado tantos y tan gratos recuerdos, que ahora mismo me pongo el equipaje de jugar al Rugby y me voy al Mercadona ^^

    P.D.: #citacinéfilaYA ^^

    ResponderEliminar
  2. Es normal, a cualquiera en su sano juicio le dan ganas de ir al leerlo, es la reacción que esperaba.
    PD: Poquito, queda muy poquito para la #citacinéfila

    ResponderEliminar