España es un país de grandes tradiciones, pero con esto de
las nuevas tecnologías, y de volvernos tan liberales las estamos perdiendo,
menos mal que aún quedan localidades como Tordesillas (Valladolid), que por lo
menos ellos si han respetado una que se remonta a la edad media, eso sí es
cuidar las cosas.
¿En qué consiste? Esta bonita tradición, permite poder vivir
rodeado de toda la familia el maravilloso mundo del toro (quizás si no eres de
la localidad y llevas una cámara no les gustes mucho, lo dicho, las tecnologías
y las nuevas modernidades no son bien vistas aquí), sueltan al animal en el
pueblo y le dicen: ale a correr, que si llegas al límite marcado…¡sorpresa!, te
dejamos vivir, de lo contrario el animal es matado a lanzadas. Pero tranquilos,
que durante el recorrido centenares de vecinos lo ayudan, para que no se
pierda, si vale, le van tirando lanzas, pero oye es que de alguna manera hay
que guiarlo, que por su nombre el animal no responde.
Pero claro, ahora ya están los liberales, los de los
derechos de los animales, argumentando que el animal sufre, ¡¡por favor!! Si le
dan un punto de salida y uno de llegada, le guían durante el camino, y tiene 2
cuernos para defenderse, pero claro la gente siempre viendo el lado malo de las
cosas. Además que como grandes expertos han dicho: el animal no sufre. Su dolor
es psicológico, como nuestro calor en verano.
Por culpa de gente como esta, ya hay tradiciones que hemos
perdido totalmente, antes tiraban a una cabra del campanario para celebrar las
fiestas, ahora que está prohibida las cabras han aumentado tanto que lo mismo
se nos revelan algún día, ya veréis.
Y qué decir de la pobre iglesia. Ellos que durante años nos
libraban del mal quemando a gente en la hoguera, y oye, que también molesta. Ahora
pues nada, miles de pelirrojas se pasean impunemente por el mundo, y esto es
culpa vuestra.
Ahora nos indignamos (que se lleva mucho) de las grandes
cantidades de dinero que pagamos por la luz, pues porque queremos, antes
nuestros antepasados se alumbraban con velas, por no hablar de las antorchas, y
tan bien que les iba.
Y lo bonito que era pasear por las calles, que siempre ibas
atento por si algún amable vecino decidía tirar su cubo lleno de fluidos
corporales por la ventana, pero te mantenía en alerta, no como ahora que vamos
todos mirando el móvil, en lugar de contemplar el sol.
También nos quejamos de la sanidad, pero vamos cientos de
veces al médico, para luego acabar medicándonos nosotros con todo lo sobrante.
¿Qué antes un simple resfriado te podía matar? Vale, pero eso simplemente era
control de la población. La ley del más fuerte señores.
Qué va a ser lo próximo ¿volvernos sensatos?