Get me outta here!

jueves, 23 de enero de 2014

Recuerdos campestres

¿Por qué no nos vamos de camping?

Pregunta normalmente bien acogida por todos y que YO odio a muerte. A lo largo de mi vida he podido comprobar que el campo literalmente me odia.

La primera vez que decidimos ir de camping (pandilla de amigos) era para pasar unos días, llegamos muy tarde, estaba anocheciendo y para que todo fuera más fácil la luna se ve que estaba de vacaciones. Ellos se dedicaron a montar las tiendas (porque claro eso es de machos) y nosotras a sentarnos y dirigir. A esto que una empieza a hacerse pis y claro, las demás por solidaridad también. Así que allá vamos 4 tías en busca de un claro para poder hacerlo. Tras andar unos 6 minutos, a alguien se le ocurre preguntar ¿alguien ha cogido papel? Respuesta evidente NO. Pero lo realmente importante era que con lo bien que se veía ninguna teníamos ni idea de por dónde habíamos venido, y me ponen a mí delante para que volvamos por papel, (yo soy depositada en una minúscula isla y no encuentro la playa).

Resultado: nos alejamos casi 2 kilómetros más.  Decidimos sentarnos y esperar, porque aunque ellos aún no nos habían echado de menos, cuando tuvieran hambre seguro que se preguntaban dónde estábamos. Pero no preocuparos, nos encontraron.

Por la mañana pasaron a nuestro alrededor varios cientos de cabras, y nos pareció muy divertido, divertido hasta que nos dimos cuenta el reguero de cacas que nos habían dejado a su paso como regalo.

Y para completar un fantástico día se pone a diluviar, a llover, aquí, que llueve menos que nieva en el desierto.
Finalmente abandonamos todo intento por recuperar el fin de semana campestre.

Debido a ese intento fallido decidimos reducir un fin de semana a un simple domingo.

Llegamos temprano, nada de tiendas, solo comida, bebida y el olor a campo, o lo que es lo mismo abono, si eso era respirar aire puro creo que ahora mismo en Fukushima se respira mejor. Decidimos trasladarnos un poco más lejos.
Cuando finalmente nos sentamos a comer una “simpática” avispa decidió hacerse mi amiga, tengo pánico a esos malditos bichos (a todo insecto en general y ese en particular), así que mientras los cachondos de mis amigos comían, yo daba vueltas en círculos intentando esquivar a una abeja muy puta para la edad que tenía. Y por mirar con indignación a mis amigos mientras corría acabe susurrándole al suelo.

Creedme, tras mi infructuoso periplo campestre me he dado cuenta que soy chica de ciudad. No quiero darle la oportunidad al campo de que me ataque una cabra o algo peor.

Si sois campestres me alegro por vosotros, mandadme postales, respirar aire puro por mí.


PD: gatita esta entrada va dedicada a ti.