La gran mayoría de nosotros tenemos la “suerte” de vivir
en pisos. Rodeados de seres maravillosos, que nos hacen la vida más amena,
divertida, entretenida… los vecinos.
A mí todos y cada uno de ellos me aportan algo, en mayor
o menor medida, el vecino pesado, consigue hacerme subir por las escaleras con
el consiguiente endurecimiento de glúteos que produce.
¿Cómo puedo pagarles la gran cultura musical que estoy
adquiriendo gracias a ellos? Tienen la consideración de poner la música alta
para que goce de ella, sin importarles el daño que pueda causarles en sus
oídos. Me la ponen a horas tempranas, no para molestar, para que pueda
disfrutar de ella el mayor tiempo posible.
Tengo también el si/no saludador, es decir, el vecino que
me saluda en el portal o en las zonas comunes pero no en la calle, allí ya
estoy fuera de su jurisdicción, o los pedigüeitors (sí, la palabra es
inventada), vecinos que piden alimentos varios, herramientas e incluso ayuda
para realizar diversos trabajos. El primero me ha enseñado que lo mejor es no
saludar nunca, el segundo a no abrir la puerta.
Y cómo olvidar a mi adorable ancianita que siempre tiene
algo que contarme, (no, es la respuesta a la pregunta que siempre me hice, ella
nunca se ha parado a pensar si me importa que me la cuente o no) y no es amable
por placer o porque sea así, NO. Lo hace para que cuando la vea en el
supermercado la deje pasar, ese es su gran secreto.
El ascensor de mi comunidad está puesto única y
exclusivamente para convertirnos a todos en expertos meteorólogos. Y el
elevador es una máquina del tiempo, si te subes en él, cuando por fin llegas
arriba te bajas con algunos años más.
Sin embargo mi madre tiene la desfachatez de llamarme
mala vecina, dice que:
1. Si diviso
a un vecino aproximarse al portal, subo las escaleras con celeridad y procedo a
dar al botón del ascensor a mayor velocidad que el del record guinness.
2. Si soy
yo la que me próximo al portal y veo a una “vecina non grata”, mi paso se
ralentiza hasta que considero que ya habrá procedido a desaparecer dentro del
ascensor.
3. El
buzón se convierte en mi aliado a la hora de evitar subir con alguno de ellos
en el ascensor. Soltando la gran frase del “Sube tú que yo aún tengo que mirar
el buzón”. Él/ella sabe que recoger propaganda o un par de cartas si las
hubiera apenas lleva tiempo.
Pero vamos que esto no lo hago yo sola ¿verdad? ¬¬
Tengo también una vecina muy católica, quiso darme un
librito para leer de ese al que amáis los cristianos, le dije que yo soy más de
biografías que de libros fantásticos, desde entonces no me habla.
El del quinto tampoco me habla, y solo porque un día
(tiene la bonita costumbre de subir en el
ascensor fumando puros) le señalé el cartel de prohibido fumar,
conversación literal:
-No sé leer.
-Es un dibujo, ¿tampoco sabe interpretar?
-No voy a apagar el puro ni a subir por las escaleras.
-Ve como sí que sabe, tan solo es idiota. Pero hemos
descubierto que interpretar sabe.
En el 7º vive el eterno seductor. En invierno va con
pantalones cortos y jerséis, en verano con vaqueros largos y camisetas de
tirantes. Un día le comenté que quizás debería alternar mejor la ropa, me guiñó
el ojo y soltó: Nena, si te has dado cuenta de eso, merece la pena. – Yo lo que
creo es que estás pasando frio y calor innecesariamente, pero tu verás.
En el edificio de enfrente, ese al que me asomo con la
taza del desayuno y mi vecina puede mojar las galletas en él, vive una adorable
mujer con 3 perros. 3 lindos chihuahuas a los que les gusta dar serenatas. Una noche
(tras 5 interminables días con sus respectivas serenatas nocturnas) le dije que
por favor los hiciera callar, muy educadamente me dijo que sus perros tenían
libertad de expresión, y muy educadamente le dije que yo podría ejercer mi
libertad de expresión con su portero electrónico y puerta. Los lindos perros
ahora cantan boleros mañaneros.
Y luego está mi padre. Un día la vecina trajo a su nuevo
nieto para que lo conociéramos, y le soltó: No le deis de comer después de las
12, y si le enseñáis a hablar tendrá trabajo de por vida.
Mi madre se sigue sorprendiendo de que nuestra puerta y
buzón estén intactos.
PD: quiero agradecer a los arquitectos que cada vez hagan
los edificios más pequeños para que podamos disfrutar de más vecinos y más pegados
unos a otros para un mayor contacto.
PD2: aún tengo vecinos que me saludan :)
De nuevo, consigues que me descojone a pesar de ser otra víctima de la "vecinitis" xD Lo de mojar las galletas en tu taza, los chihuahas que se han pasado al bolero, la literatura de ficción y tu padre... En fin, en fin, no tengo palabras, solo Tena Lady xDDDD
ResponderEliminarTu padre se lució, me lo apunto para el próximo niño feo que me enseñen. Y sí, los vecinos son un coñazo, pero estamos obligados a compartir espacio con ellos. Lo mejor es pasar todo lo posible de ellos, pero sin entrar en peleas innecesarias por aquello de tratar de vivir tranquilo.
ResponderEliminarUn beso!