Get me outta here!

lunes, 29 de julio de 2013

Las responsabilidades de hacerse mayor

No sé la edad que tengo, por eso hay una institución muy generosa que cuando llegas a cierta edad te manda una carta, para recordarte que para ciertas cosas has dejado de ser “joven”. Son un amor, los conocemos como bancos.

Al recibir una carta y comprobar que para ellos “joven” no soy, y que van a empezar a cobrarme comisiones me dije a mí misma: utópica (para vosotros, porque yo me llamo por mi nombre claro está, no penséis que estoy tan loca) ¿vas a permitir que el banco se quede con más dinero? La respuesta en primer momento como comprenderéis fue afirmativa, pero luego me dije, lo mismo el tuyo no les hace falta, así que mejor le van dando por cierto orificio trasero.

Total que me meto en internet, me pongo a buscar cuentas donde puedan domiciliarse recibos, que tenga tarjeta, y que por supuesto no cobre comisiones…y claro está di con una. Vale, me dice que primero tengo que ir al banco y solicitar unas claves. Genial, estoy sumamente ilusionada, voy a ir al banco ¬¬

Al parecer el día elegido para ir no hace mucho calor, 35 grados a las 10:30 de la mañana, comenzamos muy bien.
Hay 5 personas esperando para la mesa y 8 para ventanilla. Casualmente las 5 personas que tengo delante son todos ancianos, agradezco mi buena suerte, ya que son personas que por lo general no les gusta hablar ni contarte su vida y por supuesto no gritan al hablar (soy andaluza, y parece ser que aquí otra cosa no, pero el tono de voz ha de ser elevado, el receptor del mensaje no es el único que debe sufrir daños en el oído, nos gusta compartir).

Primer anciano despachado, faltan cuatro. Le toca el turno a una mujer mayor de aspecto frágil y bondadoso que conoce a la que va dos turnos detrás de ella, (este dato os importa tanto como a mí me importó en su momento). Quiere actualizar la cartilla, la chica de la mesa le dice que eso se hace por el cajero, ella dice que no sabe y que siempre se lo hace alguien de la entidad. La muchacha le dice que vaya al cajero y que cuando este quede libre ella la ayuda.
Ni los pokémon digievolucionan a tanta velocidad como lo hizo esta mujer. Levantando el bastón que llevaba soltó una sarta de improperios que hubiera ruborizado a curtidos marineros.

Yo hasta ese momento me encontraba junto a una enorme planta de plástico, vale, enorme no era, pero yo al ser bajita, me juntas dos macetas y me siento en la selva amazónica. Un ruido llama mi atención y miro a mi derecha, el hombre mayor que va antes se encuentra golpeando el asiento que tiene a su lado invitándome a sentarme. Como en el cine las películas se ven sentada pues…ambos nos miramos y seguimos contemplando el espectáculo.
La muchacha del banco comienza a ponerse nerviosa, porque la amiga de la “dulce” anciana ha decidido participar en el evento, quiere protagonismo está claro. Entre las dos comienzan a ir acorralando a la empleada, la cual va adquiriendo cada ciertos minutos un tono más. Yo empiezo a pensar que por fin voy a ser testigo de cómo una cabeza explota.
Ahora a nadie le importa ya para que fue al banco.
La muchacha que al parecer aprecia su vida, nos mira y le dice a la anciana-destructor que la acompañe al cajero que va a realizar con ella la operación en ese mismo momento.

Todos esperamos pacientes y expectantes. Tras la correspondiente actualización la anciana se guarda su cartilla y se marcha, pero, quizás por la indignación, por el revuelo, o simplemente para comentar la jugada la otra anciana “amiga” abandona el banco con ella.
Todo vuelve a la normalidad.

Para mí cuando el pie toca suelo no perteneciente al establecimiento y no se comunica que se vaya a regresar, se pierde el derecho a turno.
Finalmente el altercado termina con dos personas menos delante. Vamos bien.
El anciano que sigue ahora quiere información sobre un plan de pensiones. Me parece estupendo porque como todos sabemos se realizan cuando ya eres viejo. Le surgen miles de dudas, hace cientos de preguntas, y entre tanto le cuenta los nietos tan fantásticos que tiene y les va enseñando sus respectivas fotos.

Después de 25 minutos de charla, y quedando claro que lo único que el buen hombre quiere es hablar con alguien termina, por fin, ya solo queda el señor que tengo delante y yo.
Ja, ahora llega una señora que viene de la ventanilla que al parecer también tiene turno para la mesa y va antes que mi amigo. Pero resulta que hay más, un matrimonio que se encuentra sentado junto a la cola de ventanilla. ¿No hay sitio junto a la mesa? Por supuesto, pero entonces no te llevas la sorpresa,  y así podrás alegrarte más al conocer que aún te queda más tiempo que pasar en ese fantástico lugar.

55 minutos más tarde, muerta de frío a causa de la suavidad con la que tienen el aire acondicionado, y acompañada por dos pingüinos, está a punto de tocarme por fin. Mi amigo se está despidiendo ya de la empleada cuando la puerta se abre y entra “la amiga de la adorable anciana”, mira a mi amigo, lo reconoce como ese anciano que iba detrás de ella, me mira y suelta: perdona pero ahora me toca a mí, yo iba antes que él.

Jajajajaja ¿en serio? Estaba claro que el día podía ir a mejor.

Me levante (se me pasó por la mente subirme al asiento para dar énfasis al mensaje, pero no lo hice) y le dije a mi amiga: señora usted siéntese aquí con los pingüinos que yo voy a hablar con esa amable empleada. Automáticamente la señora procedió a abrir la boca y como aun no siendo adivina me podía hacer una ligera idea de lo que iba a soltarme continué: lo sé, para la edad que tengo ni pizca de vergüenza me queda, la culpa es del banco, que según ellos ya sí que tengo edad. Los discursos a la maceta, que a ella si le interesa y dicen que es bueno hablarle a las plantas.
Es de plástico, me soltó casi bramando.
Mejor para ella señora que así no tendrá que soportarla.

10 minutos más tarde por fin tenía las dichosas claves.


PD: os aviso, hay gente que solo va al banco por el aire acondicionado, de nada.  

lunes, 22 de julio de 2013

Visitando el Centro Comercial

¿Por qué ves a gente con ropa que te gusta y luego vas a la tienda y no está? ¿Dónde se compra esa gente la ropa? ¿Hay una conspiración para que yo no pueda comprarme determinadas prendas?

Después de formularme estas preguntas y ver una camisa a una chica por la calle, me dije “voy a ir a darme una vuelta por las rebajas, quizás tenga suerte”.
Tras llegar al centro comercial (y bajarme del coche de mala ostia porque a todos los coches se les desactivan los intermitentes en las rotondas menos al mío, ya tocaré el tema de la conducción en próximas entradas) comienzo el paseo por las tiendas.

Tienda número 1: ¿por qué solo han dejado la ropa más fea? ¿Sabían que venía yo hoy?
Tienda número 2: misma ropa que en la tienda número 1.
Tienda número 3: detectadas camisas con posibilidades.

Me acerco hacia las camisas y…sorpresa, están a nivel del techo. Vale, soy bajita, pero tengo la costumbre de ir vestida por la calle, me siento cómoda haciéndolo. Veo a una dependienta (sí, estas chicas tan monas, que no se maquillan y son muy simpáticas) y le digo: perdona ¿me podrías bajar una de estas camisas? Y literalmente me perdonó, pero la vida. Con la mirada que me echó el polo norte podría dejar de existir. Se acerca, pone una sonrisa más falsa que las cuentas presentadas por el PP y tras mirarme de arriba abajo me suelta: Sólo quedan tallas XS y S.
Modo simpática desactivado: -Bien, no solo doblas camisetas, mirar las etiquetas sabes, pero no te he pedido una talla en concreto, te he pedido que me bajes una, si quieres puedo repetirlo más despacio, para una mejor compresión.
Yo era consciente que esa talla me la iba a poner en la nariz, pero me había tocado la fibra y ya no había forma de parar mi lengua.

La candidata a dependienta del mes se queda a mi lado mientras contempla con recochineo como miro la camisa sabiendo que no me entra, se la devuelvo y le digo: Ummm mejor déjala ahí, tiene transparencias (y mirando su pecho y luego el mío) y bueno yo ya juego con ventaja. Le endiño la camisa y me voy hacia la otra parte de la tienda.
Vale, incidente controlado, me digo a mi misma, decido mirar los zapatos, las carteras e irme a otra tienda. Pero no, la dependienta ha decidido que quiere optar a candidata del año, se va a la caja y se pone a hablar con otra, ambas me miran y se ríen. No tengo un master, pero sé que los reyes no existen (niños no leáis mi blog) y que venga al que aman los cristianos si ambas no estaban comentando el incidente.

Modo hija de puta en máxima potencia.
Tras dar gracias infinitas por no ir al banco por la mañana, me aproximo a las carteras, sé lo que busco, una que valga entre 10€-12€. Objetivo localizado. Cojo una cartera de 10€ y me dirijo a la caja, para seguir conociendo en profundidad a esos seres tan maravillosos. Pongo la cartera sobre el mostrador y mis dependienta me mira, ha ganado (eso cree) pues no me llevo ninguna camisa.
Saco de mi cartera un billete de 10€ y cuando voy a dárselo a su amiga…miro dentro de mi bolso y con cara de sorpresa y un gran ohh dibujado en mi boca vuelvo a guardar el billete, y, saco los blísteres que esa misma mañana debía llevar al banco y no hice. Los cuento, y cuando tengo los 10€ en monedas de céntimos, los abro sobre el mostrador. Yo sé que he puesto 10€ exactos pero mis grandes amigas no, así que…mirando uno de los blísteres suelto: Vaya creía que iban 10€ pero me he equivocado al contar. No sé si os he dado de más o de menos, contadlo y me decís.

Como sigo teniendo fe en la humanidad, pensé que me dirían, pues mira los blísteres, cuenta y dinos lo que hay. Pero aquí mis grandes amigas, no habían evolucionado como la mayoría, y tras sendas miradas de odios, allí que se pusieron a contar.
-Si hay 10€, me suelta con una cara más larga que yo.
-Ah pues me habré confundido, y es raro porque con el buen trato recibido…

Tras darme la compra y el tique, comienzo a marcharme, pero cuando llego a la puerta me paro. Me acerco a una estantería y miro las camisetas, tras ojear algunas (desdoblar 5) las miro, pongo una sonrisa que ya la quisiera el Joker y me marcho.

Antes de visitar una última tienda decido ir al baño. Desde aquí aprovecho para felicitar a los diseñadores de baños de centros comerciales.

Descripción del baño de un centro comercial: ya no sabes si entras en un baño o una discoteca. Hay asientos, pantallas con música (peor que la que ponen tus vecinos) y puertas que cada vez ocultan menos. Eso sí, muchas modernidades pero papel no, que eso no hace falta.

Y ya tras visitar las últimas tiendas, y comprarme por fin un pantalón y una camiseta, y ya de mejor humor me senté en un banco ¿cansada? Ni de coña, pero tenía que hacer tiempo…

A las 21:56 volví a la tienda de mis mejores amigas, no podía irme sin devolver la horrible cartera :)

PD: Hay dependientas muy amables, pero también las hay muy imbéciles, para ellas: queridas, yo desdoblo ropa más rápido que la dobláis vosotras.


PD2: Tengo más de estos :) 

lunes, 15 de julio de 2013

Esas fantásticas personas...

La gran mayoría de nosotros tenemos la “suerte” de vivir en pisos. Rodeados de seres maravillosos, que nos hacen la vida más amena, divertida, entretenida… los vecinos.
A mí todos y cada uno de ellos me aportan algo, en mayor o menor medida, el vecino pesado, consigue hacerme subir por las escaleras con el consiguiente endurecimiento de glúteos que produce.

¿Cómo puedo pagarles la gran cultura musical que estoy adquiriendo gracias a ellos? Tienen la consideración de poner la música alta para que goce de ella, sin importarles el daño que pueda causarles en sus oídos. Me la ponen a horas tempranas, no para molestar, para que pueda disfrutar de ella el mayor tiempo posible.
Tengo también el si/no saludador, es decir, el vecino que me saluda en el portal o en las zonas comunes pero no en la calle, allí ya estoy fuera de su jurisdicción, o los pedigüeitors (sí, la palabra es inventada), vecinos que piden alimentos varios, herramientas e incluso ayuda para realizar diversos trabajos. El primero me ha enseñado que lo mejor es no saludar nunca, el segundo a no abrir la puerta.
Y cómo olvidar a mi adorable ancianita que siempre tiene algo que contarme, (no, es la respuesta a la pregunta que siempre me hice, ella nunca se ha parado a pensar si me importa que me la cuente o no) y no es amable por placer o porque sea así, NO. Lo hace para que cuando la vea en el supermercado la deje pasar, ese es su gran secreto.
El ascensor de mi comunidad está puesto única y exclusivamente para convertirnos a todos en expertos meteorólogos. Y el elevador es una máquina del tiempo, si te subes en él, cuando por fin llegas arriba te bajas con algunos años más.

Sin embargo mi madre tiene la desfachatez de llamarme mala vecina, dice que:
1.     Si diviso a un vecino aproximarse al portal, subo las escaleras con celeridad y procedo a dar al botón del ascensor a mayor velocidad que el del record guinness.
2.     Si soy yo la que me próximo al portal y veo a una “vecina non grata”, mi paso se ralentiza hasta que considero que ya habrá procedido a desaparecer dentro del ascensor.
3.     El buzón se convierte en mi aliado a la hora de evitar subir con alguno de ellos en el ascensor. Soltando la gran frase del “Sube tú que yo aún tengo que mirar el buzón”. Él/ella sabe que recoger propaganda o un par de cartas si las hubiera apenas lleva tiempo.

Pero vamos que esto no lo hago yo sola ¿verdad? ¬¬

Tengo también una vecina muy católica, quiso darme un librito para leer de ese al que amáis los cristianos, le dije que yo soy más de biografías que de libros fantásticos, desde entonces no me  habla.
El del quinto tampoco me habla, y solo porque un día (tiene la bonita costumbre de subir en el  ascensor fumando puros) le señalé el cartel de prohibido fumar, conversación literal:
-No sé leer.
-Es un dibujo, ¿tampoco sabe interpretar?
-No voy a apagar el puro ni a subir por las escaleras.
-Ve como sí que sabe, tan solo es idiota. Pero hemos descubierto que interpretar sabe.

En el 7º vive el eterno seductor. En invierno va con pantalones cortos y jerséis, en verano con vaqueros largos y camisetas de tirantes. Un día le comenté que quizás debería alternar mejor la ropa, me guiñó el ojo y soltó: Nena, si te has dado cuenta de eso, merece la pena. – Yo lo que creo es que estás pasando frio y calor innecesariamente, pero tu verás.

En el edificio de enfrente, ese al que me asomo con la taza del desayuno y mi vecina puede mojar las galletas en él, vive una adorable mujer con 3 perros. 3 lindos chihuahuas a los que les gusta dar serenatas. Una noche (tras 5 interminables días con sus respectivas serenatas nocturnas) le dije que por favor los hiciera callar, muy educadamente me dijo que sus perros tenían libertad de expresión, y muy educadamente le dije que yo podría ejercer mi libertad de expresión con su portero electrónico y puerta. Los lindos perros ahora cantan boleros mañaneros.

Y luego está mi padre. Un día la vecina trajo a su nuevo nieto para que lo conociéramos, y le soltó: No le deis de comer después de las 12, y si le enseñáis a hablar tendrá trabajo de por vida.
Mi madre se sigue sorprendiendo de que nuestra puerta y buzón estén intactos.

PD: quiero agradecer a los arquitectos que cada vez hagan los edificios más pequeños para que podamos disfrutar de más vecinos y más pegados unos a otros para un mayor contacto.

PD2: aún tengo vecinos que me saludan :)

lunes, 8 de julio de 2013

Manual playero.

Muchos creéis que ir a la playa es fácil y olvidáis ciertas normas no escritas pero que todos debemos respetar.
He aquí mi granito de arena para ayudaros, sobre todo para aquellos que venís del interior y estáis menos familiarizados:

-          ¿Cuándo comenzar a ir a la playa? ¿Cuándo llegue el verano?  ¿Lo decide el buen tiempo? La respuesta es no a las dos últimas preguntas. Se sabe que empieza la temporada playera cuando tus vecinos se ponen de acuerdo para comenzar las obras.
-          Da igual el medio de transporte a utilizar para llegar hasta ella, lo importante es que cualquiera que te vea sepa dónde vas.
-          Si eres el primero en llegar tienes derecho a escoger sitio, sino elegirás vecino, tu posición respecto a él es de medio metro.
-          La sombrilla tiene dos alturas, debe llegarte por el ombligo o sobrepasar tu cabeza.
-          El protector solar se aplica sentado, de pie es para cotillear.
-          Si llevas silla debe ser colocada abarcando el mayor área posible de visión.
-          Es obligatorio usar la sombra proporcionada por sombrillas ajenas para no quemarte yendo al agua.
-          Al tocar el agua siempre debe decirse “joder que fría”, para que tu acompañante amigo, pareja, folla-amigo, familiar o viandante de la orilla pueda responder: “claro es que aún no han puesto el termo”.
-          Solo los niños, ancianos y machos que quieren impresionar, entran al agua del tirón.
-          Una vez que el agua toca “esa” parte del cuerpo se debe proceder a dar saltitos y decir uy uy uy que fría, acompañando el movimiento con los codos a la altura de los hombros.
-          La posición correcta para orinar en el agua es con los brazos en jarra oteando el horizonte, aparentando que solo tú puedes ver algo que no hay mientras todos saben lo que estás haciendo.
-          Tened en cuenta que el sol no gira para vosotros, tendréis que mover la toalla con respecto a él para un buen bronceado.

Esas son las principales normas.  Pero además de ellas hay que tener en cuenta a una serie de personajes característicos de las playas:

-          Señora de mediana edad, con bikini braga-faja, suele ir como mínimo con dos niños, a los cuales procederá a llamar a voces, no, estos no son sordos. Pero toda la playa debe enterarse de que ellos están allí.
-          Anciano renegrido andador, es decir, hombre anciano que pasea por la orilla cual maratón de marcha se tratara y que está moreno aunque sea el primer día de playa.
-          Los vigilantes, sin serlo por supuesto. Son dos hombres o mujeres parapetados en la orilla, ¿su misión? Que no se les escape ni un tío/tía bueno/a mientras critican todo lo que se mueve.
-          Salpicadores profesionales, niños que solo están en la playa para salpicar justo cuando tú comienzas a meterte despacito en el agua.
-          Pareja que juega a las paletas, en la orilla, donde no molestan ¬¬
-          Vendedores de bebidas, aparecen constantemente, menos cuando tienes sed.
-          Y los protagonistas playeros por excelencias, los camping-playeros, personas que te montan una mini-ciudad en un trozo de playa.

Seguramente no estarán todos, pero, espero haberos ayudado un poquito.


PD: soy la que está debajo de la sombrilla, no olvidéis saludarme al pasar.

lunes, 1 de julio de 2013

Comienzos utópicos

No voy a decir que busco el significado de la vida cuando aún no comprendo por qué tenemos pelos en algunas partes.
No busco respuestas a preguntas trascendentales, me conformo con que sean respondidas las miles insignificantes que tengo:
¿Es necesario que en todos los grupos de palomas una sea coja?
¿Por qué el gorrilla que me pide el euro parece que esté a punto de caerse pero luego corre como un galgo hacia otro coche?
¿Quién diseña los mandos sabe para qué sirven todos los botones?
¿Por qué no aprendemos de las pelusas en cuanto a resistencia se refiere?

No soy chica de “masas”, de perderme en mareas de personas que al final no sabes dónde empieza una y termina otra de tan idénticas que acaban siendo. Como una pieza de puzle repetida infinidad de veces.

¿Quién soy? La que esquila las ovejas que tú cuentas para dormir.

Escribir por placer, para ser leída, contestada…quizás la respuesta sea sí a todas las preguntas no formuladas.

Se me acabaron las hojas de mi diario de Bob Esponja, por ello escribiré aquí mis anécdotas, opiniones, primeras veces, reflexiones…


PD: No hago sorteos, ni concursos. Eso sí, no dudes en saludarme por la calle.